sábado, 18 de junio de 2011

Batalla épica en el piso de Málaga



Volviendo de una maravillosa velada a la luz de las farolas, en la que he disfrutado de un helado sabor huesitos y tarta de fresa, me sometí a sacar la ropa de la lavadora, para que mi VALIENTE compañera de piso, Irene, y yo pudieramos colgar la ropa que hemos puesto a lavar previamente. Cuando, por sorpresa, mi, como ya he dicho antes, VALIENTE compañera de piso se puso a gritar desconsoladamente: "Vane, ¡ten cuidado!". Sin más miramientos, cerró la puerta de la cocina y me vi ahí, en el fregadero, SOLA ante el peligro. La bestia me miraba, yo la miraba a ella. Y osaba a saludarme con sus antenitas, diciendome "he vuelto a por venganza, porque tú mataste a mi familia". Ahí lo supe, supe que tenía que luchar contra ella... Gracias a los dioses del cielo, mi VALIENTE compañera me lanzó un arma, un arma letal: una chancla. Tu chancla... (Acto seguido, volvió a cerrar la puerta y volvió a dejarme sola, ante el peligro). Así que sin pensarlo más, di inicio a la batalla. Yo ataqué, ella me esquivó. Yo volví a atacar y ella volvió a esquivarme. Pero a la tercera va la vencida, y conseguí derribarla. Y ahí estaba, en la cocina, aplastada. Como buena persona, mi VALIENTE compañera iba a retirar su cadáver. Pero la presión y el asco pudo con ella, se puso a LLORAR. Así que la guerrera, es decir, yo, tuve que retirar el cadáver y tirarlo a la basura. Así que ya sabemos quién va a sacar mañana la basura. IRENE, la compañera VALIENTE....

FIN.